El Arte de Amar

Erich Fromm publicó en 1956 este libro que trata sobre su investigación de la naturaleza del amor.  Como psicoanalista y sociólogo humanista Occidental, es una propuesta sumamente interesante, puesto que nos obliga a replantear nuestra definición de amor, tan obviado en estos tiempos.

Normalmente adquirimos alguna versión de amor por la cultura que nos rodea y no estamos muy conscientes de que podemos aprender a practicarlo, como si fuera un arte.

En su capítulo sobre la práctica del amor, primero nos advierte: no hay receta.  Amar es una experiencia personal que solo podemos tener por y para nosotros mismos y es como la práctica de cualquier arte, conlleva requisitos como la disciplina, concentración, paciencia y una suprema preocupación por dominar el arte.

La vida moderna nos ha hecho sumamente indisciplinados, principalmente porque solamente se nos exige disciplina en nuestras obligaciones: el trabajo, la escuela.  Pasamos un tiempo de disciplina obligada y como recompensa infantil, nos entregamos a la indisciplina el resto del tiempo.  El arte de amar exige más que una disciplina relativa, sino una disciplina que esté presente dentro de nosotros durante toda la vida.

Sin la disciplina, la vida se vuelve caótica y carente de concentración.  Sin la concentración, no se puede aprender un arte.  En nuestra cultura (tanto más en el 2014 que en 1956), se lleva una forma en la que se hacen muchas cosas a la vez: chateamos, hablamos, leemos notificaciones, comemos, tomamos.  Estamos sumamente absorbidos y "multitaskeados" que nos ponemos nerviosos e inquietos si nos quedamos un rato sentados sin hacer ni pensar nada.

Con ese trajín del día a día se pierde la paciencia.  La paciencia es requisito indispensable para aprender y practicar cualquier arte.  Todo nuestro esfuerzo diario se concentra en lo contrario: la rapidez.  Literalmente Fromm lo atribuye a que toda nuestra economía y productividad está orientada para que sean rápidas, y cuanto más rápido mejor (el tiempo es dinero).  En muchos aspectos, los valores humanos están determinados por los valores económicos.  Nuestra lógica nos dice que lo que es bueno para las máquinas y la economía (y el bolsillo), lo debe de ser para el ser humano.  Pensamos que perdemos algo -tiempo- cuando no actuamos con rapidez; sin embargo, no sabemos que hacer con el tiempo que ganamos, salvo matarlo.

Finalmente, otra condición para aprender cualquier arte es tener una preocupación suprema por el dominio del arte.  Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará.  Solo será un aficionado, un "hobbyista".  Parece que la proporción de aficionados en el arte de amar es notablemente mayor que en las demás artes.

En resumen: quien aspire a convertirse en un maestro en al arte de amar, debe comenzar por practicarla, de forma consciente y concentrada, con paciencia, durante todo momento, toda la vida.

También existen condiciones especiales para aprender el arte de amar.  Erich nos señala como condición fundamental la superación del narcisismo.  Para entender esto, tal vez sea mas fácil entendiendo su polo opuesto: la objetividad.  El ser mentalmente objetivo nos permite ver a la gente y a las cosas tal y como son.  La forma de lograr esto es separar la realidad de la imagen formada por nuestros propios deseos y temores.  Para muchos, la única realidad que existe es la que está dentro de si mismos: sus propios temores y deseos.  También los soñadores carecen de objetividad porque expresan sus anhelos y temores, que distorsionan la realidad, en sus sueños.  La relación entre personas, organizaciones y naciones carecen en la mayoría de los casos de objetividad.

La facultad de pensar objetivamente es la razón; la actitud emociona que corresponde a la razón es la humildad.  Esto se logra solamente si dejamos atrás nuestras sueños infantiles de omnisciencia y onmipotencia.

Si queremos aprender el arte de amar, pues requiere un esfuerzo constante: la de practicar la objetividad, la humildad y la razón.

Para superar el narcisismo, dependemos de nuestra capacidad de crecer, de desarrollar una orientación productiva en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos.  Este proceso de "despertar" tiene una condición necesaria:  La fe.  No es una fe religiosa o sobre Dios, sino una fe basada en una convicción arraigada en la propia experiencia mental o afectiva.  La fe es una cualidad de certeza y firmeza de nuestras convicciones, parte de nuestro carácter que influye a toda la personalidad.  Esta fe es basada en la experiencia personal, confiando en el propio poder de pensamiento, observación y juicio.  Tenemos fe en nosotros mismos y los demás, en base a la consistencia de nuestros valores y motivaciones básicas.  La base de la fe racional es la productividad.  Vivir de acuerdo con nuestra fe, significa vivir productivamente.

Amar significa comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la esperanza de producir amor en la persona amada.  El amor es un acto de fe, y quien tenga poca fe también tiene poco amor.

Una actitud indispensable para la práctica del arte de amar es la actividad.  Amar es un verbo, y no es "hacer algo" sino una actividad interior que utiliza de manera muy productiva nuestro estado consciente y despierto.  Ser activo en el pensamiento, en el sentimiento, con los sentidos, durante el día, evitando la pereza interior y la procrastrinación, es condición indispensable para la práctica del arte de amar.

La capacidad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, desbordada de vitalidad, que es el resultado de una orientación productiva y activa en todo lo que hacemos en la vida.  Si no nos aplicamos y somos productivos en otros aspectos, tampoco se es productivo en el amor.

Como sociedad debemos organizarnos de tal forma que nuestra naturaleza social y amorosa no esté separada de nuestra existencia social.  La máquina económica debe servirnos, en lugar de ser nosotros quienes estamos a su servicio.  Debemos aprender a compartir la experiencia del trabajo, en lugar de compartir, a medias, los beneficios.

Hablar del amor no es "predicar".  Es preciso analizar la naturaleza del amor para descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones responsables de esa ausencia.  Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no solo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del ser humano.

El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana.

(Extracto del Capitulo 4)
El Arte de Amar, por Erich Fromm, 1956.

César Gámez
Junio 30 2014


Comentarios

Entradas populares