El Granjero y la Experiencia Religiosa de un Cielo Estrellado*

*por: Enrico Fermi:
Muchos años han pasado, pero lo recuerdo como si fuera ayer.
Yo estaba muy joven y tenía la ilusión que la inteligencia humana podía penetrar todas las cosas.  Fue por esto que yo me metí de lleno en mis estudios, excluyendo todo lo demás.  No bastándome la lectura de muchos libros, pasaba buena parte de la noche meditando en las preguntas mas impenetrables y oscuras.
Una intensa neurastenia me obligó a detenerme y dejar la ciudad que estaba llena de tentaciones para mi cerebro exhausto y fui a refugiarme a la remota campiña de Umbra.
Yo fui reducido a una vida casi vegetativa, más no animalesca.  Leía un poco, rezaba, y caminaba abundantemente en medio de esa florida campiña (era Mayo) y felizmente contemplé los espesos cultivos verdes moteados de amapolas rojas, las hileras de álamos que se extendían a lo largo de los canales, la montañas azules que se cerraban en el horizonte y la tranquilidad del trabajo humano que se hacía en los campos y sus casas.
Una tarde, de hecho una noche, mientras yo esperaba a que me llegara el sueño y tardaba en llegar, me senté en un campo, escuchando a la conversación de unos granjeros que estaban cerca.  Ellos hablaban de cosas muy simples, pero no vulgares ni frívolas como suele ocurrir con otras clases.  Nuestros agricultores rara vez hablan y cuando lo hacen es para decir algo necesario, sensato y, a veces, sabio.  Finalmente, se quedaron en silencio, como si la serenidad y solemne majestad de la noche, sin luna pero repleta de estrellas, hubiera arrojado un misterioso encantamiento sobre esas almas simples.  Rompiendo el silencio, pero no el hechizo, la voz rústica de un corpulento y áspero granjero, que yacía tendido sobre la hierba, con los ojos fijos en las estrellas, exclamaba, casi como si obedeciera a una inspiración profunda, "¡Qué hermoso! Y sin embargo, algunos dicen que Dios no existe ".
Me lo he repetido muchas veces desde entonces, la frase de un viejo granjero en ese lugar, en ese momento. Después de meses de estéril estudio, me conmovió tan vívidamente la mente y el corazón que incluso ahora recuerdo esa simple escena como si fuera ayer.
Un venerable profeta hebreo hace unos tres mil años decretó: "Los Cielos declaran la gloria de Dios". Uno de los filósofos más célebres de los tiempos modernos escribió: "Dos cosas me llenan de asombro, el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mi."
Ese granjero de Umbría ni siquiera sabía leer.  Pero en su corazón, salvaguardado por una vida honesta y trabajadora, había un pequeño rincón en el que la luz de Dios descendía con un poder no muy inferior al de los profetas y tal vez mayor que el de los filósofos.

Referencias:
https://www.vofoundation.org/faith-and-science/umbrian-farmer-religious-experience-starry-sky/
M. Micheli, “Enrico Fermi e Luigi Fantappié. Ricordi personali,” Responsabilità del sapere 31 (1979), pp. 21-23, Traducción al Inglés por Laurie Malashanko.
http://inters.org/Fermi-Religious-Experience-Sky

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